Samuel Negredo
El reportero brasileño Lourival Sant’Anna (42 años) compartió una sesión con los alumnos de Periodismo Especializado, invitado por el profesor Ramón Salaverría. El reportero especial de O Estado de São Paulo, que ha cubierto muchas de las principales crisis mundiales de los últimos años, reveló sus técnicas de trabajo y narró las experiencias vividas sobre el terreno.
“La verdad histórica está en los detalles, en las esquinas; no en las grandes declaraciones de los líderes políticos”, defiende Sant’Anna. Aunque durante su exposición demostró una asombrosa capacidad para recordar todos los rasgos que merecen ser contados, el reportero dijo que fotografía todos los detalles -por ejemplo, los juguetes y el resto de vestigios que permanecen tras una huida- y que su cámara digital casi ha sustituido a las notas en papel.
Asimismo, explicó que prefere tomar sus propias fotografías con una pequeña cámara semiprofesional que también permite grabar vídeo, porque así tiene más libertad de movimiento y se puede mezclar en las comunidades locales, al trabajar en solitario. Es solo uno de los aparatos que transporta en su mochila; a petición del profesor Salaverría, la abrió y mostró una considerable cantidad de cables, cargadores y adaptadores, que junto con el ordenador portátil, el ‘smartphone’ y la grabadora digital conforman su material básico de trabajo.
Sant’Anna también explicó que, aunque siempre es bueno documentarse, en la mayoría de ocasiones no dispone de tiempo, porque su periódico le requiere para acudir allí donde está el conflicto o el evento que debe cubrir, desde las guerras del Líbano y Georgia hasta el tornado que recientemente sacudió el sur de Estados Unidos, y que le sorprendió cubriendo las convenciones previas al proceso electoral.
Además de su intensa actividad como reportero, Lourival Sant’Anna es también autor del libro “O destino do jornal”, de muy reciente aparición, en el que registra la situación y las perspetivas de los grandes periódicos brasileños ante el momento de revolución que vive la industria de los medios. Es la visión de un profesional que, pese a haber llegado a la posición de editorialista con solo 28 años, prefirió seguir tocando la actualidad con las yemas de los dedos en lugar de otearla desde la Redacción.
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